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jueves, 8 de febrero de 2007

Zanzíbar. 4x4 Tour de las especias, playa Nungwi

Día 5

La ruta de las especias y el atardecer en Nunwgi era la excursión de hoy.



La primera consistía en hacer el recorrido por los caminos que emprendió el Sultán Sayyid Said que fue quien en 1812 introdujo las primeras semillas de clavo en la isla.

Como siempre bien temprano quedamos en el poblado masai para coger el minibus camino de las plantaciones de especias.



Aquí nos explicaron, nos enseñaron y nos dieron a oler todo acerca de las especias autóctonas que allí cultivaban, el clavo, el cardamomo, la pimienta, la nuez moscada, la canela...un festival de perfumes para nuestros olfatos.

Nos enseñaron de donde nacían las piñas, y la verdad nunca me hubiera imaginado que salían del suelo, que ignorante...


Los chicos que nos lo explicaban eran majísimos y nos hacían a todos diferentes complementos como anillos, collares, gafas, realizado con hojas de diferentes árboles, todo un arte, jejeje!!



También nos pintaron los labios con un fruto del que no recuerdo su nombre que es con lo que se pintaban las mujeres zanzibereñas.
Muy ecológico y además bastante resistente, ya que me duraron los labios pintados gran parte del día, jeje!!

Nos bajaron cocos directamente de la palmera, desde luego todo un arte, ver como suben como si nada, un ole por estos muchachos.


A media visita nos cayó un chaparrón que te cagas y nos llevaron a una choza y allí pudimos degustar unos cocos recién cogidos y a unos tés con sabores a canela, a limón, a clavo, todos muy ricos.



Continuamos el recorrido hacia un poblado, y este quizá fue el momento más emotivo del viaje.


Todos llevábamos algo que dar a los niños, y el recibimiento fue espectacular, las caras de esas criaturas no las podré olvidar, ni sus besos y abrazos agradeciéndome los cuadernos y lápices que les llevé.


Cuando íbamos montados en el 4x4 los montones de niños se nos cruzaban por el camino corriendo descalzos por toda la carretera llena de barro pidiéndonos "pi pis" osea caramelos, y a veces se nos pegaban tanto al coche que incluso ponían su vida en peligro con tal de que le diéramos algo.


Son momentos que te hacen valorar más lo que tienes, y te das cuenta de lo materialistas que llegamos a ser en el primer mundo, que tenemos de todo y ellos que no tienen de nada, son mucho más felices, porque bien es verdad que no es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita.

Después de soltar el cargamento de cuadernos, lápices y juguetes que llevábamos, proseguimos nuestro viaje rumbo a Nugwi, me arriesgo a decir la mejor playa de Zanzíbar, sobretodo para los buceadores con inmersiones increibles en Leven Bank, la isla de Tumbatu y el atolón de Mnemba.

Por el camino hicimos una parada obligatoria delante de un baobab para aprender un poco más sobre él.


El baobab es una especie muy útil para los pueblos africanos. Da un fruto llamado pan de mono, del tamaño de un pequeño melón que contiene gran cantidad de vitamina C, se emplea para preparar varias bebidas refrescantes. De la corteza del baobab se extrae una fibra con la que se fabrican cuerdas y cestos. Las hojas hervidas sirven como alimento, e incluso el polen mojado se emplea como pegamento.

El resto del trayecto hasta llegar a Nungwi fueron caminos llenos de piedras en los que el 4x4 iba de lao, tardamos bastante en llegar porque íbamos a 10 por hora, pero cuando por fin pisamos aquella playa todos coincidimos en que era la mejor que habíamos visto hasta el momento.


Teníamos preparado un suculento buffet en el restaurante que había sobre la playa, con arroz, pollo en salsa, calamares...no fue como la mariscada del Blue Day pero la verdad que todo estuvo muy rebueno.

A Nunwgi habíamos ido a ver el atardecer, así que después de comer teníamos toda la tarde libre para hacer lo que quisiéramos.



Unos aprovecharon y se fueron al centro de submarinismo que había al lado del Hotel Gemma de l'Est a informarse sobre precios de bautismos y demás, otros se fueron por los puestecitos de la playa a comprar cuadros ( la zona más cara de Zanzíbar para comprar ), y otros como yo optamos a darnos un masaje completo con aceite, desde la punta de los dedos de los pies hasta la cabeza, y con el sonido del mar de fondo, por el módico precio de 5$.


El aceite esencial mezclado con la arena de la playa y las tenazas que tenían por manos aquellas tanzanas, me hicieron, además del masaje, un peeling que me dejó la piel la mar de suavita.

Entre baño y baño, y entre risa y risa, el sol se iba poniendo y el momento esperado cada vez se acercaba más.

La playa de Nunwgi es donde se contemplan los mejores atardeceres debido a su situación.

Mi hotel, Sea Club Kiwengwa, se encontraba como ya he explicado en la primera entrada en la costa este de Zanzibar, y Nunwgi en el norte. El sol se ponía en el noroeste, por tanto en la zona de mi hotel siempre se ponía, mirando al mar, detrás nuestro ligeramente desviado a la derecha, y en Nunwgi se ponía justo encima del mar, que era lo que todos queríamos ver.

Después de mucho esperar, y todos ya preparados con la cámara en la mano para inmortalizar aquel maravilloso instante, el sol empezó a esconderse tras el océano índico, y ahí estábamos con la cara de lerdos disfrutando de aquel relajante momento que la naturaleza nos brindaba.





Si el cambio de las diferentes tonalidades del cielo del atardecer había sido espectacular, también lo era el negror de este una vez metido completamente el sol y salido las estrellas, que se juntaban con la linea del mar, y la Cruz del Sur resplandecía en lo más alto.

Mientras, los tanzanos daban el pistoletazo de salida a su fiesta de la luna llena, y de nuevo la playa como escenario. Hogueras, percusión y danzas eran los protagonistas y nosotros simples espectadores de tanta maravilla.

En realidad la excursión acababa en cuanto se metía el sol pero como ya dije antes con los chicos de la playa todo es posible y siempre harán lo que sea para satisfacer las ansiedades del turista, así que les pedimos quedarnos unas horitas más para disfrutar de la fiesta, y Hakuna Matata.

De vuelta al hotel, la noche era espléndida y entre los que íbamos éramos bastantes los aficionados a la fotografía, unos más preparados que otros pero todos a la espera de la mejor foto de las vacaciones, y con bastante cachondeo en el jeep le pedimos una vez más parar en un buen sitio para sacar una foto de un baobab con la luna llena de fondo, y el conductor cada x metros se paraba, nos miraba y nos decía: aquí va bien??? el tío estaba superpendiente de nuestra petición e iba mirando todo el camino el mejor sitio para hacer la foto.

Y después de las mejores risas del día nos paró en una explanada, y nuestras cámaras disfrutaron de lo lindo.


Había sido otra jornada inolvidable en Zanzíbar.




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1 comentarios:

Impresionante creo q tengo q ir a ese lugar , un placer descubriros a los dos.

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