Riviera Maya. Cobá, Poblado Maya y Cenote

Día 4

Para hoy reservé la excursión a la Pirámide de Cobá, la tirolina, el cenote y el poblado maya.
Una excursión muy completa de un día entero. Nada barata por cierto, la contraté con la mayorista y fueron unos 80$, pero ya que a Chichén Itzá no iba a ir porque salía mucho más cara y porque el ascenso a la pirámide estaba prohibido desde que se mató una persona, al menos no me quedaría con las ganas de ver toda la selva bajo mis pies.



Las ruinas mayas de Cobá, en la Península de Yucatán, puede que fueran las más grandes del área, incluyendo la pirámide más alta construida por los mayas. El sitio estaba parcialmente excavado, comprendía más de 6,500 estructuras y constituía un baluarte único en la historia de los mayas.

Llegamos allí en autocar, y para verlas cogimos unas bicis para ir de ruina en ruina ya que las distancias eran grandes como para ir andando.

Si no querías llevar tu la bici, había la opción de pagar y pillar una con conductor, pero yo de momento tenía las piernas bien como para llevarla yo sola!!!

Una de las principales atracciones de Cobá era Nohoch Mul, la pirámide más alta en la península de Yucatán, que se levantaba 42 metros.

Había que subir los 120 escalones de la pirámide para tener una increíble vista de la selva y de las demás estructuras del sitio.

Y como a esta si que se podía subir, pues ala, a subir escalones...

Al llegar arriba se tienen unas vistas espectaculares de todo el complejo de ruinas, y en cuanto hube recuperado el aliento, comencé con la bajada.

Como los escalones son bastante desiguales, y las piedras están puestas de cualquier manera, la mejor opción para bajar es agarrándote a la cuerda que cuelga sobre la pirámide.

La segunda pirámida más grande de Cobá era La Iglesia que tenía más de 20 metros de altura. Las escaleras para llegar a la cima eran muy empinadas y a punto de desmoronarse, y el ascenso estaba prohibido hasta que la restauración se terminara.

Nos enseñaron un campo del Juego de Pelota, un juego que fue una parte importante de la vida diaria de muchas civilizaciones.

Se jugaba entre dos equipos con una pelota dura de hule que podía pesar hasta 4 kilos. El campo podía variar en dimensiones pero siempre estaban hundidos o amurallados en forma de una cancha lineal.

El objetivo era pasar la pelota por unos aros de piedra que estaban a cada lado de la parte más angosta, usando solo las caderas.

El Juego de Pelota no solamente era el primer juego organizado en la historia del deporte, que data de hace 3,500 años, también tenía una importancia religiosa ya que representaba la lucha entre los dioses del inframundo y el cielo, o la lucha entre el día y la noche. Cabe la posibilidad de que las pelotas se hicieran enrollando hule alrededor de los cráneos jugadores sacrificados.

Después de la visita a las ruinas nos llevaron a hacer tirolina a un lago por la selva.

Para los más aprensivos mejor no mirar hacia abajo, donde decenas de cocodrilos esperaban pacientemente a que se le rompiera la cuerda a alguien y poder darse el festín...

El sol calentaba que era una barbaridad y nada mejor para refrescarnos que un bañito en un cenote.

Hace millones de años la península de Yucatán emergió del mar como una plancha de roca caliza donde la existencia de ríos era prácticamente imposible. Posteriormente, a lo largo de miles de años, la lluvia picoteó esa inmensa roca y el agua se filtró al subsuelo, donde formó verdaderos cauces que a su vez fueron horadando las capas más profundas. Los cenotes eran precisamente el resultado de este proceso; surgían cuando el agua del subsuelo quedaba expuesta al producirse los derrumbes de las cavidades creadas por las corrientes subterráneas.

Después del refrescante bañito, porque el agua estaba bien fresquita, llegó la hora de comer y nos llevaron a un poblado maya, donde sus habitantes no hablaban español, sólo hablaban su dialecto, y donde nos cocinaron un pollo muy rico en el suelo, sí lo cocinaban en el suelo con unas brasas y le ponían un trapo por encima, una técnica rara pero estaba buenísimo.

Después de comer visitamos las chozas de la aldea y repartimos las cosas que llevábamos para los niños.

Gente encantadora y muy amable, de nuevo vi como los pobres eran más felices que nosotros.

Había sido un día muy completo y para acabarlo qué mejor que ir a echar unos bailes y unos tequilas con los animadores del hotel al Mambo Café, y al Santanera creo que se llamaba, en Playa del Carmen.

Andaleeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!! , que viva el tequilaaaaaaaaaaa!!!!





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