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domingo, 18 de febrero de 2007

Egipto. Crucero Nilo, Esna

Día 3

Hoy nos despiertan a las 8 de la mañana, la misma voz al teléfono dándonos los buenos días, por si queríamos desayunar porque hoy el día lo teníamos libre, y aprovechando el calorazo que hacía la mañana la pasamos en la piscina del Tulip, pequeñita pero para refrescarte ya estaba bien.

Al mediodía llegamos a Esna, pero no podíamos pasar la esclusa hasta las 7 de la tarde así que aunque no nos lo recomendaban, bajamos a dar un paseo por sus callejuelas.
Las calles eran bastante decadentes, y en el mercado que visitamos los comerciantes te cogían del brazo y te arrastraban a su tienda... bastante agobiante, pero aprovechamos para comprar abalorios para la fiesta de la chilaba que esa noche había en el barco.

Aquí también teníamos un templo para visitar, aunque sólo lo vimos por fuera.



El templo de Esna distaba aproximadamente 200 metros del río y se encontraba en el centro de la ciudad moderna. Debido a la acumulación de escombros almacenados a lo largo de los períodos de ocupación, el templo quedaba ahora a 9 metros bajo el nivel de la calle. El templo estaba dedicado a Jnum, junto a otras divinidades, las más prominentes de las cuales eran Neit y Heka, cuyo nombre significaba “poder mágico” y que en este caso era una divinidad niño.


A la vuelta el cielo atardeciendo, con los globos volando de fondo, se veía fantástico.



Nos pusimos las chilabas, los gorros, y nos pintamos la raya del ojo hasta casi la oreja, cual Cleopatra, para la fiesta de la chilaba.

Una fiesta en la que, el que quería claro, se disfrazaba de morubi; la cena era típica egipcia y luego había bailes típicos en la discoteca.

Nos lo pasamos muy bien haciendo el chorra, y viendo como lo hacían los demás, porque había cada uno....

Cuando subimos a la habitación nos dimos cuenta que teníamos la ventana jodida, y al estar en la esclusa todavía, se nos colaron mil mosquitos en la habitación, tuvimos que llamar al chico para que lo mirara y nos decía que hasta que no llegáramos a Luxor no podían comprar la pieza que faltaba, joder!!! Bueno nos hizo un apaño y después de gastar un bote entero de insecticida y recoger todos los bichejos, solucionamos aquel pequeño percance.

Acabamos la noche, con unos pelotazos en cubierta con los coleguitas que habíamos hecho durante el día comentando cada uno lo que le estaba pareciendo Egipto, y casi todos coincidíamos en lo mismo, IMPRESIONANTE.



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