Día 4
Para hoy teníamos la salida a Morro de Sao Paulo, y la esperábamos con muchas ganas porque esa era la parte del viaje de relax total y de playita a tope, porque las playas de Salvador la verdad no tenían nada de especial.
El catamarán salía a las 14:30, y como el hotel lo dejamos a las 12 pues aprovechamos para hacer más compras en el mercado antes de salir, que si berimbaos, que si timbales, que si camisetas... un mercado de dos plantas muy enrrollao y con mil cosas que comprar.
Habíamos quedado allí con los chicos de Madrid que al final se animaron a venir, y con su colegón guía-bahiano, Leandro, que de guía no tenía nada; vivía en una favela y era un perla de cuidao, se encontró el primer día con los chicos en Barra, y a estos les cayó tan bien que decidieron llevárselo con ellos todas las vacaciones.
Dejábamos Salvador a nuestras espaldas y la imagen desde el barco era sensacional.
El precio creo que fueron 50 R$, que vienen a ser menos de 20 euros, y era un trayecto de unas 2 horas y media no apto para estómagos débiles.
Al entrar vi en cada asiento unas bolsitas atadas, y al salir la mayoría de las bolsitas ya no estaban, y las que quedaban eran porque no les había dado tiempo a sus propietarios de usarlas y estos trallaron por la borda, vamos un viaje de espectáculo, con peña potando por todos los lados.
Mi estómago no sufrió nada y aproveche todo el viaje para sacar fotos y empezar a pillar solete bahiano en mis mejillas.
A mi, al revés que todo el mundo, me molaban los vaivenes del barco, el mar estaba agitado y yo me sentía como en el parque de atracciones, cuanto más subía y más bajaba, más me gustaba!
Legamos por fin a Morro, y lo primero que teníamos que hacer era encontrar una pousada ya que no teníamos nada reservado.
Morro es una isla en la que no hay calles asfaltadas, todas son de arena, lo que hace que puedas ir descalzo todo el día, con cuidadín eso sí, vayas donde vayas.
Para llevar las maletas por la arena la cosa pintaba chunga, así que pillamos un carretillero de los tropocientos que esperaban nuestra llegada en el muelle, que aguardaban ansiosos como los taxistas en el aeropuerto, y que por 5R$ nos llevaban el equipaje en una carretilla de las de las obras adonde les dijéramos.
Después de ver unas cuantas pousadas nos quedamos en la segunda praia en Brisa do Caitá, a 75 R$ la noche por habitación con café de manhá ( desayuno ) y red ( hamaca ). Habían otras más baratas pero unas olían muy mal y en otras la playa no estaba tan cerca, así que después de hacer una valoración general nos quedamos en esta.
Una vez instalados, nuestros cuerpos nos pedían algo de comida, y nos fuimos a un restaurante justo al lado de la pousada sobre la playa, a comernos unas langostas.
Empezó a oscurecer y en la playa no habían luces, así que nos trajeron dos velitas para 6 que éramos, qué enrrollaos....
Y así sin ver tres en un burro nos tuvimos que comer las langostas que encima eran pequeñísimas y no valían un duro.
Una vez instalados, nuestros cuerpos nos pedían algo de comida, y nos fuimos a un restaurante justo al lado de la pousada sobre la playa, a comernos unas langostas.
Empezó a oscurecer y en la playa no habían luces, así que nos trajeron dos velitas para 6 que éramos, qué enrrollaos....
Y así sin ver tres en un burro nos tuvimos que comer las langostas que encima eran pequeñísimas y no valían un duro.
No nos gustó nada ese restaurante pero bueno era la ley de Murphy, acabábamos de llegar y no sabíamos donde estaba lo rico y barato de la isla, y acabamos en el más caro y de peor calidad.
Habíamos matado un poco el gusanillo con las minilangostas pero todavía nos cabían unos buenos chuletones de ternera, así que nos fuimos a un rodizio en la Vila y nos pusimos hasta las cejas de carne a la brasa con alioli, por cierto buenísimo y muy barato.
Teníamos ganas de que se hiciera de día para empezar a recorrer kilómetros de playas y ver aquel paraíso en directo.
Habíamos matado un poco el gusanillo con las minilangostas pero todavía nos cabían unos buenos chuletones de ternera, así que nos fuimos a un rodizio en la Vila y nos pusimos hasta las cejas de carne a la brasa con alioli, por cierto buenísimo y muy barato.
Teníamos ganas de que se hiciera de día para empezar a recorrer kilómetros de playas y ver aquel paraíso en directo.
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1 comentarios:
Buenisimo gracias, me estoy yendo mañana desde Argentina y queria saber mas o menos con que me puedo llegar a encontrar, hasta ahora de todo lo que lei, los comentarios son muy buenos.
Un abrazo y te esperamos por estas latitudes tambien.
Tomás
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