Había venido mi amiga Ana a visitarme y a pasar conmigo mi cumpleaños, era mi primera visita en la isla desde que vinimos, así que la esperaba con muchas ganas. Le tenía que hacer una ruta turística con los mejores sitios de Chipre, y el primer día fuimos a Chirokoitia, una villa neolítica datada de hace más de 7.000 años.
El asentamiento venía remarcado en el mapa como uno de los puntos turísticos más importantes, pero cuando llegamos a nosotras sólo nos pareció montones de piedras sobre montones de piedras, lógico también teniendo en cuenta la longevidad del lugar. El sitio fue descubierto por el Dr. Porphyrios Dikaios (director del Departamento de Antigüedades de Chipre) y su asistente Joan Du Plat Taylor, quienes llevaron a cabo seis excavaciones entre 1934 y 1946. En 1998 la Unesco lo inscribió como Patrimonio de la Humanidad. Se cree que la población de la aldea estuvo entre 300 y 600 habitantes.
Las personas tenían una estatura bastante corta: 1,61 m (hombres) y 1,51 m (mujeres). La mortalidad infantil era altísima, y el esperanza de vida era de cerca de 22 años de edad.
Los muertos se enterraban agachados, directamente debajo de los pisos de las casas. En algunos casos se les dejaban provisiones, por lo que se cree que dentro de sus propias casas tenían algún tipo de culto a los antepasados.
Esta es la más antigua cultura conocida de Chipre, consistía en una sociedad desarrollada y bien organizada que se dedicaba principalmente a recolectar, cazar y criar ganado. La agricultura se basaba en el cultivo de cereales. También recolectaban frutos de los árboles que crecían silvestres en el área circundante, como nueces de pistacho, higos, aceitunas y damascos.
La aldea fue abandonada repentinamente por causas desconocidas alrededor del año 6.000 a. C. y parece que toda la isla quedó deshabitada durante 1.500 años, hasta que apareció el siguiente grupo documentado, los Sotira.
Tras la rápida visita a este asentamiento neolítico, proseguimos nuestra ruta dirección a la siguiente parada, Kalavasos.
El asentamiento venía remarcado en el mapa como uno de los puntos turísticos más importantes, pero cuando llegamos a nosotras sólo nos pareció montones de piedras sobre montones de piedras, lógico también teniendo en cuenta la longevidad del lugar. El sitio fue descubierto por el Dr. Porphyrios Dikaios (director del Departamento de Antigüedades de Chipre) y su asistente Joan Du Plat Taylor, quienes llevaron a cabo seis excavaciones entre 1934 y 1946. En 1998 la Unesco lo inscribió como Patrimonio de la Humanidad. Se cree que la población de la aldea estuvo entre 300 y 600 habitantes.
Las personas tenían una estatura bastante corta: 1,61 m (hombres) y 1,51 m (mujeres). La mortalidad infantil era altísima, y el esperanza de vida era de cerca de 22 años de edad.
Los muertos se enterraban agachados, directamente debajo de los pisos de las casas. En algunos casos se les dejaban provisiones, por lo que se cree que dentro de sus propias casas tenían algún tipo de culto a los antepasados.
Esta es la más antigua cultura conocida de Chipre, consistía en una sociedad desarrollada y bien organizada que se dedicaba principalmente a recolectar, cazar y criar ganado. La agricultura se basaba en el cultivo de cereales. También recolectaban frutos de los árboles que crecían silvestres en el área circundante, como nueces de pistacho, higos, aceitunas y damascos.
La aldea fue abandonada repentinamente por causas desconocidas alrededor del año 6.000 a. C. y parece que toda la isla quedó deshabitada durante 1.500 años, hasta que apareció el siguiente grupo documentado, los Sotira.
Tras la rápida visita a este asentamiento neolítico, proseguimos nuestra ruta dirección a la siguiente parada, Kalavasos.