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sábado, 24 de febrero de 2007

La Habana. La Habana Vieja y Cañonazo de las 9

Día 3

Hoy salimos del hotel sin rumbo fijo y nos dejamos llevar por nuestros pies y nuestro instinto. Llegamos a la Plaza de las Armas donde todas las semanas de miércoles a sábado ponían un mercadillo de libros usados, y donde justo al ladito ponían también un mercado artesansal con todo tipo de artesanía, cuadros y demás recuerdos.




Nos dejamos unos cuantos $, y me fui a hacer las trenzas, mi peinado favorito cuando estoy en vacaciones...




Paseamos por la Lonja del Comercio, que se encontraba ubicada en las inmediaciones de la Plaza de San Francisco de Asís, rodeada de numerosos edificios y áreas públicas de gran importancia. Se trataba de un impresionante edificio de principios de siglo, con una impresionante cúpula, rematada por la figura en bronce del dios Mercurio, símbolo del comercio. Actualmente era usado como centro de negocios por compañias extranjeras.

Muy cercanas a la Lonja también se localizaban relevantes construcciones que conformaban el centro histórico de La Habana, declarado en 1982 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Hay camellos de una joroba (dromedarios) y camellos de dos jorobas, y en La Habana también habían camellos. Si sí, había camellos, eran estos:

Los camiones trailer transformados en autobuses, eran conocidos como camellos, solían cubrir las rutas más largas, muchos hasta las afueras y solían tener paradas en el límite provincial, donde cabían cientos de personas y donde podía pasar cualquier cosa.

No eran muy aconsejables para los turistas, ya que van todos como sardinas en lata y si eras un yuma ( guiri en cubano ) la probabilidad de que te robaran o te metieran mano era casi de un 100%.

Así que nosotras nos limitamos a verlo desde fuera y echarle unas fotillos.

Luego nos fuimos a la imperiosa Catedral de La Habana. La Catedral de la Virgen María de la Concepción Inmaculada era la catedral católica de la ciudad.

Este era uno de los edificios más turísticos y por tanto más visto en las tarjetas postales.

Era innegable que se trataba de la plaza más conocida de La Habana y, según dicen algunos conocedores, una de las más armoniosas de América Latina, a pesar de que la torre derecha es considerablemente más grande que la de la izquierda.

Toda la explanada que se hallaba frente al edificio de La Catedral de la Habana, conocido como "La Plaza", era uno de los mercados más grandes de artesanía cubana existentes en esos momentos. Unos días unos, otros días otros, en total concurrían cerca de 1000 artesanos y artistas, quienes acudían con el objetivo de exponer y vender sus obras. Allí, entre el bullicio y el movimiento multicolor, se podían apreciar múltiples manifestaciones de las artes aplicadas: desde una simple clave hasta una talla monumental o un óleo.

Aquí nos encontramos a dos cubanos que nos llevaron a tomar algo; el calor era increíble y como no bebiéramos a cada momento nos deshidratábamos, así que nada mejor que unos mojitos en el Tejadillo, con música en directo. Eran pocos los locales en La Habana en los que no hubiera un grupo de cubanos tocando las maracas.



Y una vez refrescadas, vuelta a las cuadras a recorrerlas de palmo a palmo.

Otro medio de transporte eran las máquinas, coches anteriores al triunfo de la Revolución, los cuales abundaban en la isla.



Llegó la noche, nos fuimos al hotel a darnos una duchita y por la noche cenamos prontito en Los Nardos, justo enfrente del Capitolio, en un paladar donde hacían unas langostas y unos camarones bueníiiiiisimos, de los mejores que he probado en Cuba.

Cenamos pronto porque queríamos ir a ver el cañonazo de las 9, una de las tradiciones cubanas más interesantes.

Fuimos antes a tomarnos algo al malecón y allí conocimos a unos chicos que se prestaron a llevarnos al Castillo para ver el espectáculo.

Con precisión exacta, todos los días del año a las nueve de la noche, la Fortaleza de la Cabaña era testigo de un hecho único desde 1898. Minutos antes de la hora señalada, se escuchaba el redoblar de tambores y una voz que invitaba al silencio.


Con impresionante majestuosidad aparecían soldados formando una escuadra, vestidos a la usanza de la época, con casacas y pantalones rojos, pelucas blancas y altas botas negras para mantener y continuar la tradición.

Entonces el replique de los tambores anunciaba el disparo del cañón 'La Parca', para rememorar el que antaño marcaba la hora de cerrar las puertas de la muralla que rodeaba a la Villa de San Cristóbal de La Habana, sin duda el mejor sistema de seguridad que convertía a la ciudad en la más protegida de toda la región.

En el mismo castillo visitamos un pequeño museo dedicado a Ernesto Che Guevara, en el que habían fotos, murales, objetos que utilizó durante sus viajes, etc...















Volvimos a la zona de la Habana Vieja y nos fuimos con nuestros nuevos colegones a bailar salsa, de garito en garito durante toda la noche.

Cuando cerraron acabamos la velada como ellos solían hacer, sentados en el malecón con la brisa marina acariciándonos y tomándonos unas botellas de ron.

Qué bien que estábamos en La Habana y ahora que empezábamos a cogerle el gustillo lo teníamos que dejar porque en pocas horas teníamos que ir al hotel para hacer el traslado al aeropuerto para ir por fin a la playita a relajarnos debajo de las palmeras, nos esperaba Cayo Coco!!!





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