Translate

sábado, 17 de febrero de 2007

Tulum, ruinas al lado del mar

Día 3

Hoy otra vez madrugón para visitar las ruinas de Tulum.



De nuevo salí a la carretera en busca de una van, pero esta vez se me paró un chico trabajador del parque de Xel-Há, que se ofreció a llevarme hasta allí, a medio camino más o menos de Tulum, y desde allí cogí una van que me dejó justo en la entrada a las ruinas, aunque todavía tenía que andar bastante hacía la playa para verlas.


Por el camino entre los manglares me encontraba con un montón de lagartos, y una gran variedad de pájaros.








Como llegué a eso de las 8 de la mañana, todavía no habían llegado los típicos grupos organizados de turistas, lo que hizo que mi visita fuera tranquila y sin agobios.

Muy recomendable ir temprano porque en cuanto llegaron los guiris las ruinas se llenaron de gente y ya no podías caminar con tranquilidad ni pararte a leer las informaciones porque todo el mundo se agolpaba en ellas, también es verdad que saqué provecho de la situación y me puse cerquita de algún que otro grupo para escuchar las explicaciones del guía.



El emplazamiento maya de Tulum era un rectángulo de 380 metros de norte a sur y de 165 metros de este a oeste, ubicado a 128 kilómetros de Cancún, al que se llegaba a través de la carretera federal 180.




La ciudad de Tulum, única zona arqueológica maya que se conocía junto al mar, pertenecía a la región conocida con el nombre de Tankah-Tulum, que comprendía las zonas de Tankah, Tulum y Xel Há. Estaba erigida en la cima de un acantilado frente al mar azul, en el cual se conservaba una muralla submarina de arrecifes de coral que por su extensión ocupaba el segundo lugar en el mundo.



El sitio fue renombrado Tulum "muralla" después de la conquista española, en alusión a la construcción de piedra que lo rodeaba por tres lados, pues hacia el oriente se encontraba el mar. Presumiblemente el nombre original era zamá, que quería decir "amanecer" en maya, en referencia al maravilloso espectáculo de la salida del sol sobre el mar turquesa, que constituía la fuente principal de actividades comerciales y pesqueras de la ciudad desde los tiempos de su fundación, alrededor del año 300 A.C.


A la salida de las ruinas habían un montón de puestos para comprar tallas de madera, máscaras, calendarios mayas, hamacas... y los precios eran mucho más económicos que en Playa, así que aquí cargué con un montón de cosas.

Me encontré con los hombres pájaro a punto de empezar su espectáculo.

Los hombres-pájaro o "voladores" eran una tradición mexicana consistente en una danza espectacular para agradar a los Dioses. Un grupo de hombres se subían a un poste de 30 metros de alto, se ataban una cuerda a la cintura y se lanzaban de cabeza al vació con los brazos abiertos, girando alrededor del poste, mientras uno de ellos se quedaba en la parte de arriba tocando una música con una especie de flauta.




El espectáculo estuvo bien, lo que no me pareció tan bien es que hubiera uno de ellos abajo pidiendo dinero a todo el que grababa en video, está bien que pasen con la gorrita para que les des algo pero que no te lo exijan, y te prohiban grabar si no pagas antes, en fin para no discutir y poder grabarlo con la cámara les di unos cuantos pesos y andando.

Después fuí a una playa que decían que era muy bonita, Playa Maya, y que se tenía que andar bastante para llegar, y cuando llegué después de estar casi media hora caminando bajo un sol abrasador sobre mi cabeza, la cosa no era para tanto, así que decepcionada y echa polvo me dí un bañito y cogí de nuevo la van camino del hotel.

En la comida conocí a un trabajador del complejo que al verme sola se sentó conmigo, y le pregunté donde podía ver playas bonitas, porque hasta ahora las que había visto eran normalitas, la del hotel estaba guay pero habían muchos pedrotes que te jodían los pies, me dijo que si quería me llevaba a una en un ratito libre que él tenía y me pareció buena idea.
No recuerdo el nombre de la playa, pero era guapísima, era privada de un hotel muy acogedor de pocas habitaciones, ideal para parejas.


Nos cayó una tormenta increible ese día, y aproveché para dormir la siesta hasta la hora de la cena para tomarme unas copillas en la discoteca con mis nuevos contactos.








Día anterior                                                                                                                        Día siguiente

0 comentarios:

Publicar un comentario