Día 2
No sé si fué por el Jet Lag o por las ganas que tenía de ver ya todo aquello que me levanté a las 6 de la mañana y empecé a investigar el hotel.
No sé si fué por el Jet Lag o por las ganas que tenía de ver ya todo aquello que me levanté a las 6 de la mañana y empecé a investigar el hotel.
El día estaba un poco nublado y el agua no se terminaba de ver muy cristalina, pero la pinta de la playa era muy buena.
Después de grabar todas las instalaciones del hotel en mi cerebro, decidí ir a Playa del Carmen a hacerme, como no, mis trencitas, y a ver el pueblo.
Tenía que salir del complejo e ir a la carretera principal para poder coger una van que me llevara al pueblo, así que me planté en la carretera, después de andar los aproximadamente 2 km que separaban el complejo de la carretera, y con un calor sofocante a pesar de estar nublado.
Las van son furgonetillas blancas con una lista naranja creo en el lateral que se dedican a llevar pasajeros aprovechando una misma dirección, le preguntas la ruta y si te interesa te subes y vas con más peña dentro.
No tardé mucho en encontrar una que me llevara a Playa, el precio de la van fué poco, no recuerdo si un euro y pico al cambio ( unos 15 pesos mejicanos ) por un trayecto de aproximadamente 20 km.
Estuve paseando por sus calles y por su famosa 5ª Avenida donde hay un montón de agencias con las que se pueden reservar excursiones, la más famosa quizá sea Infocenter, pero de hecho hay bastante oferta en toda la calle. Los precios de los souvenirs, restaurantes y bares en esta calle es casi el doble que si te metes dos cuadras más atrás.
Yo iba buscando una trencera y al final encontré una que por unos 20 euros al cambio ( las más caras que he pagado en todos mis viajes ) me hizo toda la cabeza con bolitas incluídas.
Y ya podía olvidarme del cepillo en todas las vacaciones.
Fui a la playa a ver el ambiente, y aunque no había mucha gente en un garito playero la música no paraba de sonar, y me estuve un rato allí disfrutando de mis primeros baños de la temporada en aguas caribeñas.
Yo iba buscando una trencera y al final encontré una que por unos 20 euros al cambio ( las más caras que he pagado en todos mis viajes ) me hizo toda la cabeza con bolitas incluídas.
Y ya podía olvidarme del cepillo en todas las vacaciones.
Fui a la playa a ver el ambiente, y aunque no había mucha gente en un garito playero la música no paraba de sonar, y me estuve un rato allí disfrutando de mis primeros baños de la temporada en aguas caribeñas.
Compré algunos souvenirs, pero no me flipé ya que sabía que en esa zona era todo más caro que en otras que iba a visitar los próximos días, así que compré cuatro tonterías y de vuelta al hotel.
Cogí de nuevo una van, y me pegué otra vez el pateo hasta el complejo.
Cogí de nuevo una van, y me pegué otra vez el pateo hasta el complejo.
La tarde la pasé alcoholizándome un poquito en la barra húmeda de la piscina y empezando a dar a mi piel el típico bronceado caribeño, vuelta y vuelta en la hamaca....
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