Día 5
Todavía con el agotamiento y la resaca del día anterior, me levanté animada ya que me iba a Varadero, a relajarme por fin con una piña colada helada en mi mano reposando en la hamaca debajo de la palapa....
Tras el desayuno con la familia, dejé mi equipaje allí y salí con una pequeña mochila con lo imprescindible para estar una noche fuera.
Localizada en el punto más septentrional de la isla de Cuba, la playa de Varadero se extendía a lo largo de la estrecha Península de Hicacos.
Sus 22 kilómetros de playas se caracterizaban por tener una amplia franja de fina arena blanca y un suave descenso de su plataforma hacia un mar que encerraba una incomparable gama de azules, en aguas cálidas y transparentes del Oceáno Atlántico.
El trayecto fue por carretera, a unos 130 kilómetros de La Habana, y fue un poco pesado, a pesar de tener unas vistas impresionantes.
Encima a medio camino pinchamos una rueda y para cambiarla estuvimos más de una hora.
Hicimos una parada en un local de carretera ( lo que aquí sería una área de servicio ), para refrescarnos tomando algo o para hacer algunas compritas.
Habían unos cubanos en miniatura muy guapos pero la verdad eran bastante caros, ya se suponía al ver tan laborioso trabajo.
Y allí como en cada lugar de Cuba había un grupo de salseros amenizando el momento, el caso es que me gustaron sus canciones y acabé comprándoles un cd.
Íba sólo a pasar una noche y me cogí el hotel Riu las Morlas,( ahora conocido como Be Live Hotel Las Morlas ) un hotel sencillito pero apañao.
Además me dieron la habitación con vistas al mar y era una pasada, al igual que la playa.
Oh, que tranquilidad. La playa no era como las de Cayo Coco, que aquellas si que eran el paraíso, aquí había bastante gente y la arena de la playa no estaba muy limpia, pero bueno la estancia fue agradable.
Como seguía chunga del estómago tampoco pude disfrutar mucho, pero los camareros del hotel hacían lo posible para que me encontrara mejor y me preparaban cócteles con angostura, que decían que iba muy bien para el malestar.
Me pasé el día de la hamaca al agua y del agua a la barra, me encantaba esto del todo incluído.
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