Día 4
Para hoy tenía la excursión a Pinar del Río, a un fábrica de habanos, y al valle de Viñales con la visita a la Cueva del Indio, a unos 200 kilómetros al oeste de ciudad de La Habana.
Comencé a adentrarme en la parte más rural de Cuba, donde también para seguir la tónica del país, habían carteles revolucionarios en cada esquina.
Pinar del Río era una bucólica ciudad del interior del país con una arquitectura en la que predominaban las edificaciones de techos de tejas y la presencia de portales que en algunas calles hacen las veces de galerías.
Situada prácticamente en el centro de la región tabacalera de la provincia tenía como principal atractivo todo lo relacionado con la cultura del habano.
Allí visité la fábrica donde pude ver todo el proceso de la creación de un habano, y también pude ver el calor insoportable que aguantaban los trabajadores además de nuestras visitas, porque tenía que ser un coñazo para ellos tener a un montón de "yumas" mirándote y echándote fotos mientras tú trabajas por un sueldo miserable, la verdad no me sentí muy bien en esta parte de la excursión.
(El de la foto no era trabajador de esa fábrica, este hombre lo encontré más adelante en el Valle de Viñales.)
Antes de llegar a Viñales paramos en unos campos de tabaco para poder ver la materia prima de la que antes habíamos visto el proceso de elaboración de los habanos.
Vimos un poco como vivían aquella gente en sus aldeas, y sentí la tranquilidad que allí se respiraba.
Vimos un poco como vivían aquella gente en sus aldeas, y sentí la tranquilidad que allí se respiraba.
La pequeña población de Viñales, se encontraba enclavada en la Sierra de los Órganos, parte integrante de la cordillera de Guaniguanico, en una fértil llanura sembrada de monolitos verticales cubiertos de vegetación (mogotes).
Desde la altura de la montaña por donde cruza la carretera, en un lugar llamado los Jazmines, pude observar la grandeza de aquel valle.
El Parque Nacional Valle de Viñales, contaba con el mayor sistema cavernario de Cuba, y por eso fuimos a visitar la Cueva del Indio, redescubierta en 1920, y con hasta cuatro kilómetros de canales subterráneos.
Penetramos en la cueva donde las aguas de estos ríos subterráneos disolvían cantidades de sales minerales y tierra cobriza que se depositaban luego en el techo y las paredes de las grutas, que, teñidas de ocre y de verde lechoso, hacían el lugar aún más misterioso.
Al salir de la cueva nos ofrecieron probar zumo de caña hecho al instante con una máquina que tenían para exprimirlas.
Realmente el Valle de Viñales, hace muchos millones de años, era una inmensa cueva. Eventualmente la bóveda superior se derrumbó, quedando las columnas de la cueva. La erosión continuó su efecto y ahora se podían ver aquellas columnas en forma de grandes elevaciones, los mogotes, de apariencia porosa. El techo de la caverna pasó a ser lo que era el suelo del valle, también trabajó allí la erosión y ya en la era presente era un terreno sumamente fértil.
La siguiente parada que hicimos en este valle tan impresionante fue para ver el Mural de la Prehistoria.
Con 120 metros de alto y 180 de ancho en la ladera de la mencionada elevación, el Mural de la Prehistoria, en el que el cubano Leovigildo González, discípulo del muralista mexicano Diego de Rivera, representó los animales y criaturas que vivían en esta región en la prehistoria.
Y aquí ponía final a mi excursión por el Valle de Viñales.
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Allí pude saborear una comida típica criolla preparada por los lugareños, muy rica pero que por la noche hizo que sintiera los primeros síntomas de una diarrea caribeña...
Llegamos a La Habana, y seguimos el ritual de cada noche, salsa y mojitos!
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2 comentarios:
Muy buen material gráfico y escrito. Felicitaciones. Viéndolo tuve la oportunidad de hacer memoria de parte del viaje que tuve la oportunidad de hacer junto con mi esposa y mis dos hijos.
Gracias por tu comentario Natanael, saludos!!
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