Día 2
Nos levantamos un poco resacosos, y cuando nos asomamos por la ventana de nuestra buhardilla a que nos diera el aire frío en la cara...ooooooohhhhh!!! estaba todo nevado, qué bonito!!!
Duchados y desayunados nos fuimos a recorrer las nevadas calles de esta ciudad de descanso de la antigua burguesía.
Le hicimos unas fotillos a nuestro albergue, el Werner Dietz Jugendherberge Baden Baden 1982,
Le hicimos unas fotillos a nuestro albergue, el Werner Dietz Jugendherberge Baden Baden 1982,
que aunque sencillito ( como todos los albergues ) nos hizo muy buen apaño y lo pasamos muy bien.
Mientras paseábamos podíamos ver la estructura tan acogedora que tenían todas las casas, con esos tablones de madera que las adornaban.
Hacía muuuucho frío, y nos pusimos los monos de esquiar, los alemanes acostumbrados a esos inviernos tan crudos nos miraban con cara de " dónde coño irán estos con los monos?", vamos igual que cuando nosotros vemos a los guiris en nuestro invierno con las chancletas y en tirantes, porque la temperatura según ellos es beautiful.
Ande yo caliente ríase la gente, es lo que pensábamos mientras subíamos los empinados senderos de la Selva Negra camino de un castillo feudal que había en su cima.
Tuvimos que parar varias veces hasta llegar a él, ya que a pesar de ser jóvenes, también éramos fumadores, y encima por aquellas cuestas y con la nieve cada vez costaba más subir.
Aprovechamos la gran explanada de nieve que había para hacer un poco el indio y tirarnos por ella con un plástico a modo de trineo, las ostias que nos pegamos fueron de campeonato pero nos reimos mucho!!
Era la hora de comer, así que buscamos un restaurante para degustar algo típico. No recuerdo como se llamaba porque seguro que tenía un nombre bastante largo y con esas 6 o 7 consonantes seguidas que nunca sé como se pronuncian, pero comimos muuuuy bien. Unos bratwsbugs ( que para mi sorpresa cuando pedí frankfurts no me entendieron y yo que pensaba que era una palabra típica alemana ) y kartoffelsalat, que era como un puré de patatas con cebollino, trocitos de jamón y un toque avinagrado, comimos francamente muy bien, y es que en Alemania se come muuuuy bien.
Al fin llegamos y resultó ser menos de lo que esperábamos, el castillo estaba medio en ruinas y como todo estaba en alemán no entendimos nada de lo que ponían los carteles, eso sí todo nevado se veía muy chulo, pero no había nada más, y para la pateada que nos habíamos pegado pues no mereció mucho la pena.
Bajamos por otro camino que nos llevaba directamente al pueblo.
Era la hora de comer, así que buscamos un restaurante para degustar algo típico. No recuerdo como se llamaba porque seguro que tenía un nombre bastante largo y con esas 6 o 7 consonantes seguidas que nunca sé como se pronuncian, pero comimos muuuuy bien. Unos bratwsbugs ( que para mi sorpresa cuando pedí frankfurts no me entendieron y yo que pensaba que era una palabra típica alemana ) y kartoffelsalat, que era como un puré de patatas con cebollino, trocitos de jamón y un toque avinagrado, comimos francamente muy bien, y es que en Alemania se come muuuuy bien.
Para bajar la comida fuimos a dar un paseo por sus calles, y de paso hacer algunas compritas.
Paseamos por Baden Baden hasta que se puso el sol, bien temprano por cierto, luego fuimos de vuelta al albergue para prepararnos para por la noche.
Como ya he dicho antes, hacía muuucho frío, pero no hay mal que por bien no venga, al no tener nevera sacábamos las botellas y las dejábamos un rato en la repisa de la ventana, y se quedaban heladas!! así que aunque no tuviéramos hielos nos tomábamos los pelotazos bien fresquitos!!
Cenamos nuestro embutido importado de España, y tras tocar un poco la guitarra y calentarnos con el alcohol, fuimos a ver que nos ofrecía la noche badenbadenesa, y la verdad que poca cosa, temperatura bajo cero,
y unas cervecitas en uno de los pocos bares abiertos a esas horas fue todo lo que pudimos hacer, así que acabamos la noche con nuestra spanish fiestuqui en el albergue, con mis colegas cantándome el cumpleaños feliz en todos los idiomas y en diferentes ritmos, y montándonos la fiesta como podíamos en aquellas buhardillas.
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