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viernes, 5 de octubre de 2007

Navegando hacia la isla de Delos, donde no se puede ni nacer ni morir

Día 5

Para hoy habíamos reservado la excursión a Delos, situada en el Mar Egeo (Grecia).



La isla carece totalmente de vegetación y lo único que resiste su temperatura son los restos arqueológicos que conforman el yacimiento de mayor extensión conocido de la antigüedad, superior a la Acrópolis de Atenas y al Forum romano.


Únicamente están excavados los restos de un porcentaje ínfimo que conforman una parte de los más de 3 Km de toda la isla, la falta de recursos hace que se convierta en una tarea ardua a pesar de la importancia que representa para la cultura occidental.
El nombre de las islas Cícladas se debe a que estas estaban alrededor de la isla de Delos, de ahí derivamos la importancia que esta pequeña isla tenía para los Griegos.

Dícese pues, que Zeus se enamoró de Leto, hija de Titanes, a la que poseyó, quedando ésta embarazada...temiendo el Dios la venganza de su esposa legítima y reina de los dioses, Hera, ocultó a Leto en una isla que él mismo había hecho emerger con el poder de su rayo de entre las aguas del Egeo. Allí, Leto, dio a luz bajo la sombra de una palmera de la isla, a sus dos gemelos Artemisa y Apolo... Así es como empieza la historia de la isla de Delos.

La impresión que produce la isla es de una total calma, desde el mar ya se pueden ver los restos de lo que fue sin lugar a dudas el centro neurálgico a nivel comercial y religioso del mundo antiguo.

En su origen, solamente se hallaban los templos sagrados de Apolo y Artemisa, la palmera donde nacieron y el pasaje de los leones, hablamos del s.VII a.c., hace 2700 años, posteriormente, la peregrinación de los fieles, y la situación estratégica de la isla la convirtió por añadidura en lugar de rutas comerciales entre Oriente y Occidente.

Así pues, lo que había sido una tierra sagrada únicamente, se llenó de ciudadanos de todas las partes del mundo ofreciendo sus productos, eso significaba dinero, por lo que también hubo una afluencia masiva de banqueros y ricos mercaderes que se trasladaron con sus familias.


Demográficamente, la isla fue haciéndose grande y próspera, en ella se sabe que habitaron: griegos, romanos, sirios, judíos y egipcios, ello comportó que trasladaran con ellos su cultura y sobre todo su religión, así pues es natural encontrarse en la isla, un templo consagrado a Isis y Osiris como culto egipcio, monolitos de piedra con inscripciones árabes, estatuas dedicadas a deidades romanas con una diferencia de escasos metros.

El por qué lograron convivir pacíficamente a lo largo de los años se debe al interés común comercial que establecían entre todos y que a todos beneficiaba.
El ejemplo de convivencia es claro si encima añadimos que no había ningún sistema político en la isla ni estamento gubernamental de ningún tipo.

Delos vivió independiente durante mucho tiempo, únicamente los Atenienses con Pericles a la cabeza y los romanos lograron ocuparla pero respetando en cualquier caso su independencia.

Delos está definida como la isla donde no se puede ni nacer ni morir, y aunque la frase tome un tono romántico y casi divino, en verdad da origen a que no se han hallado huesos en la isla, ya que no había sistema político ni control del censo como habitante de Delos.

El fin de Delos, se dió con la invasión de la isla por parte del rey de los partos llamado Mitrídates en el s.I a.c., desembarcó y ordenó a sus soldados a que mataran a todos los griegos de la isla, indiferentemente de su edad o sexo, así miles de ancianos, mujeres, hombres, y niños perecieron en la isla. Romanos, sirios, judíos y egipcios progresivamente abandonaron la isla por temor a nuevas represalias. Efectivamente, el rey volvió y acabó con cualquier sombra de esplendor en la isla en una segunda campaña, por lo que Delos acabó siendo pasto del olvido.

Lo primero que vimos de esta interesantísima isla fue el Ágora de los Competaliastas un mercado junto al puerto sagrado, construido en el siglo II adC, donde comerciaban con productos y con esclavos.




A lo lejos teníamos el templo consagrado a la diosa Isis y al dios Osiris.


Aquí es donde se ponían los comerciantes, y yo intentaba trasladarme unos cuantos siglos atrás e imaginármelo con todo el bullicio y esplendor de su época.

La guía que nos tocó era la caña, era una mujer mayor que se notaba que disfrutaba con su trabajo y contaba las historias como si las hubiera vivido ella.





Nos explicaba que estos eran los comercios de la época, así de pequeños, y que habían cientos por toda la isla, que teniendo en cuenta lo pequeña que es, era para plantearse lo importante que tuvo que haber sido aquel trocito de tierra saliente del mar en aquella época, todo un mega centro comercial de antaño.


Aquí se puede observar los mostradores de mármol que utilizaron y las bases que los sostenían.










Estas cavidades en las paredes servían para poner la velas que utilizaban para iluminarse.




Y aquí teníamos una pescadería, y nosotros preguntamos " Y como sabe esta mujer que esto era una pescadería??, pues no era porque el agujerito que había en la esquina superior izquierda de la mesa era para que goteara por allí el agua que cubría el pescado, " Aaaaaaahhhh...".







Aquí estábamos en la casa de alguien que en su época tuvo que ser importante, ya no recuerdo el nombre,  por la estructura de la casa y por su lujo decorativo.


Y dentro de esta casa, esta era la sala de los hombres, donde se reunían a fumar puros y a hablar de sus cosas.


Y para que viéramos lo listos que fueron los habitantes de esta isla hace más de 2000 años, nos llevaron a ver una letrina antigua, donde el retrete estaba al fondo de todo, y bajo él un canal que conducía las aguas fecales al mar.


En algunas casas se podían observar todavía las escaleras que conducían al segundo piso.


Y llegamos a la casa de Dionysos.










Maravillosa y muy bien conservada la casa de este hombre.

Bastante cerca se encontraba la casa de Cleopatra.


La alimentación de agua potable en esta isla árida fue resuelta en al antigüedad con inmensas cisternas que recogían el agua de lluvia.
Y como prueba de ello aquí se mostraba un acueducto de la época.

El teatro de 5.000 personas de aforo, se situaba en medio de las casas.

Podíamos ver los mosaicos que en perfecto estado todavía adornaban el suelo de la casas, de la época helenística y romana.

Al norte del pórtico de Antógono se extiendía el ágora romana, con el lago sagrado, secado en nuestros días, y la famosa «Terraza de los Leones» dispuestos aquí para la protección simbólica del sitio.
No quedan más que cinco leones (se trataría más precisamente de leonas) de mármol de Paros, alojados en el museo de la isla, al que fuimos para finalizar la visita.

Los leones de Delos fueron esculpidos con estilo muy particular, bien lejos del naturalista: los cuerpos magros y alargados, las cabezas pequeñas y redondeadas se prestan a comparaciones con la cerámica cicládica de la segunda mitad del siglo VII adC.

Y aunque ni mi amiga ni yo somos mucho de museos, como ya estábamos allí nos dimos una vueltecilla y vimos los collares, pendientes y diferentes joyas que se habían encontrado en las excavaciones que todavía seguían practicándose en la isla.


Y las pinturas griegas de la época.


De nuevo fuimos para el barco para hacer el trayecto de media hora hasta Mykonos.

Y yo, que todo hay que decirlo, estaba un poco decepcionada ya que era nuestro último día en Mykonos y todavía no habíamos visto a Petros, la mascota de la isla, un pelícano que va a sus anchas por las calles del pueblo, y que de ahí viene la frase "Como Pedro por su casa. Como Petros por su casa".





Y justo bajarnos del barco, vimos un montón de gente, y... ahí estaba!!! Ahí estaba Petros dejándose peinar por un ciudadano del pueblo.


Míralo que majo como posaba para la foto!!!!












Comimos la mar de bien en un restaurante al ladito del mar, y disfrutamos de la última tarde en Mykonos, las últimas horas en aquella maravillosa isla, antes de empezar el crucero.

Fuimos para el hotel para hacer la maleta, y para pegarnos los últimos bañitos en aquel piscinote, joer que rebien que se estaba....


Del hotel nos llevó una furgoneta hasta el puerto y allí nos recibió el corresponsal que iba a estar con nosotras en el barco.

Nuestro barco era de la compañía Monarch Cruises.

Tuvimos que esperar un poquito a que bajara la gente para poder subir y de mientras le comentaba a mi amiga que el camarote que habíamos reservado era bastante sencillo, bueno para ser exacta era de los peores del barco, ya que las acomodaciones van por categorías, desde la SA ( que era la super suite ) hasta la E, pasando por la SB, TA, TB... y el nuestro era un E, sin ojos de buey y con dos mini camas, pero cuando llegamos al barco el corresponsal me dice que nos han hecho un upgrade y que nos dan un A, " bien!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!", que alegría más grande, y que camarote más enrrollao!!!! tenía dos ojos de buey y aunque no era muy grande las 6 categorías que nos subieron de golpe, realmente se notaba.

Empezamos de puta madre el crucerito.

Bueno pues una vez duchaditas y preparadas para la noche, teníamos que coger el salvavidas y acudir a la explicación de lo que había que hacer y como teníamos que actuar en caso de emergencia.

Tras unas cuantas explicaciones por parte del corresponsal, nos fuimos a cenar.
Había oido hablar que la comida del barco era muy mala pero la verdad que cenamos muuuuy bien, pero a media cena el barco zarpó y comenzó a navegar y " Aaaaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyy!!!" Diosss como se movía!!!!! lo que hizo que la cena no nos sentara tan bien...

Con el meneíto y un poquito de frío nos fuimos a inspeccionar el barco, que sensación más buena me produjo navegar de noche, estar entre el mar y el cielo y ver como rompían las olas delante mío desde proa....que sensación...

Turquía nos esperaba al amanecer.


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