A la mañana siguiente, despertarse y contemplar el nuevo día desde la pedazo de terraza no tenía precio.
Y la piscina, lástima que no fuera verano...
Tras un copioso desayuno y antes de abandonar el castillo nada mejor que un volteo por todos sus rincones.
Recorrimos sus 3.000 metros cuadrados, sus 4 torreones y el gran foso de 15 metros de ancho y 8 de profundidad.
Justo al lado del castillo se veía un laberinto,
y tras hacer el check out fuimos a perdernos en él...
De ahí acabamos en un pequeño lago, y ya que por la zona no había nada más que ver, dimos por finalizada nuestra visita en el Castillo del Buen Amor.
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