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jueves, 7 de julio de 2016

Lagos de Plitvice, el verdor de Croacia

Día 2


Amanecía por primera vez para mi en mi aventura por tierras balcanas, y el día prometía. 

Para hoy tenía prevista la visita a los Lagos de Plitvice, así que tras un rico desayuno de productos locales debajo de la pérgola, hice la mochila y me fui a la parada de autobús.


Desde Slunj a los lagos habían unos 30km, pero tardé casi una hora en aquel autobus que hacía paradas en todos los sitios.
Por primera vez en Croacia empezaba a ver los primeros turistas, dispuestos como yo a pasar el día entero en el parque, casi todos japos, que con todos mis respetos pero llevaban unas pintas...no veo muy oportuno ponerse una minifalda y una blusita para andar por la montaña pero bueno.



La entrada fueron 110 kn = menos de 15€, nada barata pero hubiera sido imperdonable estar por la zona y no pasar a visitarlo.


Está situado en la región de Lika, un paraje donde se alternan lagos, cascadas y manantiales de espectacular belleza. 

Esta región fue declarada Parque Nacional ya en 1949, y catalogada en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1979, con una ampliación en 2000.



El área es también hogar de una enorme variedad de especies animales y aves. La fauna rara, como el oso pardoeuropeo, el lobo, el águila, el búho, el lince, gato montés, y el urogallo se encuentran aquí, junto con muchas especies más comunes. Al menos 126 especies de aves han sido registradas allí, de los cuales 70 se han registrado como cría propia en el parque.




La zona que se puede visitar se encuentra en el centro del parque, son 8 km² de valle poblado de bosques, donde la hidrografía ha conformado un paisaje formado por 16 lagos de diferente altitud comunicados por 92 cataratas y cascadas.

El parque tiene una superficie cercana a las 30.000 hectáreas, 22.000 de ellas cubiertas de árboles.
La vegetación se compone en un 90% de hayas.


Este parque suscita también gran interés entre los turistas por los acontecimientos que tienen lugar allí, como por ejemplo, las bodas al pie de las cataratas.
Fue lugar candidato a ser una de las siete maravillas naturales del mundo en el 2011.

El lago principal está situado a 636 metros con una profundidad de 37 m.

En el noroeste, las aguas de Ciginovac desembocan en Okrugljak. Hay una hermosa caída, la Labudovac, con más de 20 m de altura, debajo de la cual hay una multitud de grietas, medias cuevas y grutas.


En el pasado, el paso era posible en esta parte de la barrera, con escalones tallados en la roca.

El lugar desde luego merece una visita. Mientras se camina por los senderos se van oyendo las cascadas y cuando se llega a ellas el espectáculo es increíble.


Al llegar al final del camino que hay para hacer a pie se llega a una gran explanada con un par de restaurantes y un montón de bancos de madera, lugar ideal para hacer un break en el camino y reponer fuerzas para el final.

Allí mismo está el pequeño "puerto" donde se cogen unas silenciosas barcas que recorren el lago principal.

Al llegar a la orilla opuesta se llega a unas escaleras que forman un agradable paseo entre árboles, cascadas y riachuelos.

El camino de vuelta se puede hacer andando o en bus y teniendo en cuenta lo echa polvo que estaba yo        opté por la segunda opción.


Tras casi 5 horas en el parque y habérmelo recorrido de cabo a rabo, decidí volver a Slunj.




Me encanta visitar mercados y supers cuando voy de viaje porque siempre encuentro cosas raras y diferentes a las que estoy acostumbrada y como me encanta probarlo todo, en cuanto llegué al pueblo me metí en una de las tiendas y compré un poco de pan, embutido y zumo para los desayunos venideros. 

Y descubrí el mejor embutido del mundo, "el" o "la" Budola, bueniiiiiiiismo!


Lo cogí por tener pinta de lomo, porque en realidad no tenía ni idea de lo que era, pero cuando lo probé...Ooooooh! Era como el embutido que comía en Chipre!!! Como allí tienden a ahumar todas las cosas, y yo que soy una fan de todo lo que huela o sepa a humo había triunfado!!!

Me di una vuelta por donde estaba alojada pero quitando la iglesia y un pequeño parque la verdad que no había mucho mas que ver.


Así que me fui para la zona de Rastoke donde había estado el día anterior. 










Me metí en el Slovin Unique, un hotel restaurante muy chulo que había a la orilla del río.

Allí me comí una rica sopa de arroz y marisco acompañada de un lingotazo de vodka ( hacía un pelin de rasca aquella noche, jeje...).


Me encantaba el camino que hacía mi "casa", con todas las casitas de madera con la leña fuera. Me lo imaginaba en pleno invierno con la nieve cayendo, las luces de colores decorando las casas y los fuegos de leña dentro encendidos listos para clavar un chorizo en la chimenea y a disfrutar del frío al calentor del hogar.



Se acababa la zona más rural y verde de Croacia, al día siguiente me esperaba la costera ciudad de Zadar.


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