Para la hora de comer llegamos a Pafos, la última parada del día.
Lo primero que hicimos fue decidirnos de entre todos los restaurantes que habían en el paseo marítimo, ya que el hambre cada vez era más acusado.
Nos decidimos por uno en el que comimos un estupendo sandwich completo y un pedazo de café para aguantar el par de horas aproximadamente que me esperaban conduciendo de vuelta a casa.
Porque no sé si lo he comentado en otras entradas, que en Chipre en invierno se hace de noche muy pronto, como a las 5 de la tarde ya esta todo negro, y claro para ver cosas pues como que de noche no, además todos los sitios arqueológicos y ruinas cierran antes de que se ponga el sol.
Por lo que vimos un precioso atardecer mirando al puerto, y emprendimos el camino de vuelta a Nicosia.
Cuando llegamos a casa estábamos bastante reventadas, pero nada mejor para acabar una jornada tan completa que ir a cenar a casa de nuestro amigo Mike, que con mucho cariño nos preparó unas cosas riquísimas!
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