Después de comernos la mejor pasta de la ciudad, en la calle Ledra ( Il Forno ), seguimos la calle hasta llegar a la zona turca.
A mi amiga todavía le faltaban algunos regalitos que comprar y nada mejor que esta calle para encontrar cualquier cosa.
Después de visitar TODAS las tiendas y con las manos llenas de bolsas volvimos a casa a soltar todo el arsenal.
Por el camino paramos a mi amiga en una iglesia ortodoxa ya que quería ver como eran por dentro.
La llevamos a la que había al lado de casa, que la verdad pasaba cada día delante de ella y nunca había entrado...
La única diferencia que encuentro entre estas iglesias y las de España es la manera que tienen de pintar a los santos, y la sobrecarga en la decoración.
Con el ritmo que llevábamos estos días atrás, por la tarde solo teníamos ganas de dormir, y así hicimos, el resto del día fue muuuy relajado, que también se disfruta así de vez en cuando...
Disfrutando de un buen vodka,
o de un vino autóctono, el Comandaria, el vino más antiguo del mundo.
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