Nos habían hablado muy bien de la playa de Protaras, y allí que fuimos para verla.
Se encontraba a 5km de las playas de Ayia Napa, lo que significaba arenas blancas y agua calentita, y era más tranquila que la de Nissi Beach, sin tanto guiri loco suelto...
Cuando llegamos, realmente tenía la arena blanca y el agua calentita pero la verdad que tenía bastantes algas. Y había bastaaaaaaaaaante gente, jóvenes sobretodo, lo que hacía que en playa se pudieran practicar muchos deportes acuáticos.
Supongo que la pillamos en mal día, porque otras veces habían ido amigos nuestros y habían dicho que no habían algas y que estaba muy limpia...
Después de plantar todo el chiringuito de toallas, sombrilla, nevera y demás, nos dimos un bañito, pero como no nos acababa de convencer esa sensación de bañarte rodeado de algas y salir con ellas pegadas al cuerpo, decidimos coger el coche e irnos a otra.
Cogimos dirección Cabo Greco, y encontramos una cala que tenía muy buena pinta, intentamos bajar, pero como ya se habían hecho las tres de la tarde, no había ni un sólo hueco para dejar el coche, así que media vuelta y a buscar otra.
Acabamos en Cabo Greco, la zona la verdad es que era bien bonita, pero era todo de rocas y acantilados, lo que hacía bastante difícil plantar nuestro chiringuito.
Así que después de ver un poco la zona y echar cuatro fotillos cogimos de nuevo el coche, ya un poco hartos, a ver si a la siguiente iba la vencida.
Volvimos hacia la zona de Protaras, y a medio camino no sé qué fue lo que nos hizo parar en un hotel y entrar a ver su playa, después de comprobar que no era privada y que podíamos quedarnos, fuimos a por las cosas al coche y por fin pudimos relajarnos tranquilamente en el mar.
Era una calita bastante pequeña, en la que sólo estaban los alojados en el hotel, y la verdad que es una de las más bonitas en las que hemos estado, después de todo el estrés del día mereció la pena habernos perdido y acabar en aquel lugar.
Enseguida cogimos la colchoneta y las gafas y nos fuimos a investigar.
Hasta las rocas que se ven en la imagen superior el agua no cubre, pero a partir de ahí sí, y el mar está más agitado. Cuando pasé las rocas buceando, no me podía creer lo que estaba viendo, había una gran escultura de una mujer, de vete a saber cuántos años, enterrada en el fondo del mar, era increíble!!! Estaba rodeada de peces de colores y tenía una altura de unos dos metros.
Me sentía como una gran decubridora, aunque obviamente no era la primera persona que la veía, seguro.
Pasamos el resto de día encantados en aquella pequeña calita, incluso cuando se hizo de noche ahí seguimos disfrutando de sus aguas calentitas...
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