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sábado, 8 de agosto de 2015

De Bangkok a Ayutthaya

Día 4

La fiesta de ayer me había dejado un poco destrozada y para hoy tenía prevista la visita a Ayutthaya.

Así que tras la ducha me fui a desayunar y nada mejor que unos huevos fritos con bacon , salchicha y tostadas que me salieron por 80 baths (2 euros y poco).


Justo delante tenía una sastrería, de las miles que se pueden encontrar en Bangkok, porque aquí es muy común y barato venir a hacerse un traje a medida.

 Y un centro de masaje, de los miles también que podemos encontrar en Tailandia.

Tras el desayuno me cogí un taxi dirección Victory Monument ( 93 baths desde Khaosan),  para desde allí coger los minibuses que van a Ayutthaya (60 baths).

Al llegar a la estación hay que esperar a que se llene el minibus con  todas las plazas, sino no les sale rentable el viaje, y en mi caso fue llegar y triunfar porque justo estaban esperando a una persona más.

Así que allí que nos dirigíamos mi resaca, un grupo de parejitas orientales vestidos como si se fueran de boda y yo a la impresionante ciudad de Ayutthaya, capital de Siam desde 1350 hasta 1767.

Es una ciudad que en su época deslumbraba a los comerciantes internacionales con sus templos y fastuosos palacios.
Llegó a ser un imperio que dominó una zona mayor que Inglaterra y Francia juntas, y llegó a tener 33 reyes que entablaron más de 70 guerras durante 417 años.

Pero fue su hábil diplomacia la que consiguió que ninguna potencia occidental llegara a adueñarse de Siam.

Ayutthaya libró su última batalla en 1767, cuando los birmanos saquearon la ciudad, lo que quedó  permaneció a su suerte hasta el inicio de su importante restauración.
En 1991 la Unesco declaró Patrimonio Mundial las ruinas de Ayutthaya.

Al llegar la furgoneta nos dejó en medio de una carretera y no tenía ni idea de para donde tenía que tirar, así que me cogí un tuk tuk con el que en un principio negocié 3 horas de ruta por la ciudad por 400 baths.

Al ir sola todo sale más caro y hay que intentar regatear al máximo, pero aún así siempre acabas pagando de más. Y como los orientales que habían venido conmigo en el bus no tenían mucha intención de compartir conmigo su tiempo pues me tocó ir sola.

El primer templo al que le dije que me llevara fue el Wat Maha That.


El templo fue erigido en 1374 durante el reinado de Borom Rachathirat I, 








tiene un prang central,

e hileras de budas decapitados.


Lo más interesante de este templo, y a la vez la imagen más fotografiada es una cabeza de Buda en arenisca misteriosamente apresada entre las raíces de un árbol.


Visto el Wat Mahat a correr al tuk tuk para el siguiente. Ahí me di cuenta de que ir corriendo de un templo a otro para que me diera tiempo de ver la mayor cantidad posible en esas tres horas era un poco estresante, así que deshice el trato con el "tuktukero" y le dije que me dejara allí y que para el siguiente templo ya me buscaría la vida.

Me bajé en el Thanon Si Sanphet, donde si se desea se puede ver el templo a lomos de un elefante por unos 1500 baths, opción que descarté porque yo personalmente no soy de las que colaboran con este tipo de negocios en los que para tu disfrute han maltratado previamente a los pobres animales.





Así que lo que hice fue comprar un cesto enorme de frutas por 20 baths y alimentar a un bebé elefante que me dio bastante lástima porque lo tenían allí de reclamo turístico haciendo reverencias a todo guiri que le soltaba un billete. Así por lo menos contribuía a su alimentación y no a su explotación.


Entré a la Kum Khun Phaan, una casa tradicional de estilo tailandés hecha completamente de madera de teca, en la que por cierto me devoraron los mosquitos.



Crucé el pequeño estanque que había hasta llegar al templo,



y ahí lo tenía, majestuoso, con sus banderas y cuidados arbustos a su alrededor.


Una vez en el interior, y esto sólo lo vi en este templo, habían unos recipientes alargados con unos palillos de madera dentro, que son los que supuestamente predicen el futuro. Hay que coger el recipiente y pensar en la pregunta, siempre sentado y orientado hacia Buda, y agitarlo unas cuantas veces hasta que se caiga uno de los palillos, y si sabemos tailandés podremos saber la respuesta a nuestra duda.

Las ofrendas a los dioses están por todas partes y de diferentes maneras. 
A estos Budas por ejemplo la gente les ponía monedas en las manos y láminas de pan de oro en la cara.


A las afueras de los templos siempre hay para comprar ofrendas, que se pueden obtener a cambio de una pequeña donación. 
No suele haber gente controlando, por lo que seguro que más de uno las cogen sin pagar nada, pero bueno yo cogí mi kit y dejé los 20 baths recomendados.

Esta ofrenda budista consiste en una flor de loto a la que le atan tres inciensos, una vela amarilla y una lámina de pan de oro.
El ritual es el siguiente: coges todo el kit entre tus manos y arrodillado mirando hacia el Buda se hace la reflexión o el pensamiento, o la petición o como se le quiera llamar, seguidamente te levantas y dejas la flor en los cubos que hay delante y te diriges al recipiente que tiene la llama de fuego ( en este caso es la especie de flor de metal que hay a la izquierda de la foto), aquí enciendes la vela y con ella los inciensos, los tres a la vez, luego clavas los inciensos en el cuenco de ceniza que hay en el medio y dejas la vela en los agujeritos de al lado, te vuelves a arrodillar y das tres veces con las palmas de las  manos en el suelo, mientras vuelves a hacer una oración.


Con mi ofrenda hecha me fui a visitar el famoso Wat Phrasisanpeth.





Sus tres magníficas chedis ( stupas ) son quizá la imagen más icónica de Ayutthaya. 
Se construyó a finales de siglo XV, y fue el mayor templo de la ciudad utilizado por varios reyes.


Llegó a albergar un Buda erguido de 16 metros de altura recubierto con 250 kg de oro, que fue fundido por los conquistadores birmanos.



Seguí caminando con el aplastante calor sobre mi cabeza y llegué al Wat Phra Ram.

No está muy clara su fecha de construcción pero parece ser que ronda entre 1369 y 1434.
El Wat Phra Ram se orienta como todos los grandes templos de Ayutthaya al este, y se encuentra en una base cuadrada.


Y aquí también encontré, como se puede encontrar en todos los templos de Ayutthaya, las tristes figuras de los budas decapitados por los birmanos.

Como ya he dicho en días anteriores, aquí el calor, a pesar de estar en temporada de lluvias, es HORRIBLE, y entre eso, la resaca que llevaba y los mil mosquitos que me habían picado no estaba disfrutando mucho de la visita, así que decidí dar por finalizada la excursión y volver a Bangkok.

Para ello primero tuve que coger un tuk tuk que me llevara a la parada de buses y allí esta vez me tocó esperar a que se llenara para emprender el camino de vuelta.


Una vez de nuevo en Victory Monument decidí acercarme al MBK, el gran centro comercial de Bangkok en el que se pueden encontrar imitaciones baratas y de todo tipo.


Para ello debía coger el BTS, y al entrar en la estación vi dos colas, unas en la que sacabas tu mismo el billete en una máquina y otra en la que te atendía una chica en una ventanilla, opté por la segunda por si me liaba con la máquina y cuando me tocó mi turno lo único que hizo fue darme cambio y decirme el número de la parada en la que me tenía que bajar, porque el billete sí o sí lo tenía que comprar yo en la máquina.
Así que hay tras meter el dinero y pulsar el número en cuestión, voilà! te sale la monedita para el viaje.


El BTS la verdad es rapidísimo y se llega en un momento a cualquier parte.


Una vez en el centro comercial, me di un paseíllo e hice algunas compras, y ya que estaba por allí y me habían dado unos descuentos comí algo, ya que llevaba todo el día a base de sandwichs del 7/Eleven.

Poco más hice en este día, la noche anterior me había dejado tocada y desde que había llegado había dormido bastante poco, así que emprendí la vuelta a Khaosan, cuatro paseíllos más por la zona y a dormir, que al día siguiente tenía que dejar el hotel pronto.



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