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domingo, 6 de septiembre de 2015

Chiang Mai. Doi suthep, Wat Phan Ohn, Wat Sum Pow, Sunday Walking Market

Día 7

Para el día de hoy había planeado visitar el Doi Suthep, el templo asentado en el monte de Chiang Mai, que se eleva más de 1000 metros desde las húmedas llanuras hasta un fresco cinturón de nubes donde crece el musgo y los helechos.

Así que tras un rico desayuno compuesto esa mañana de sopa de coco con gambas y patatas,
















me dirigí a la Pha Thae para coger desde allí una ranchera compartida que de 400 baths que me pedían al principio finalmente la conseguí por 20.


Lo primero que se ve al llegar es el Zoo y el Acuario.


En la entrada también hay un mapa con la ubicación de los templos, cascadas y campamentos que se reparten por todo el monte.


Al principio pensé en subir caminando, y así iba viendo cosas por el camino, pero al preguntar a los lugareños directamente me dijeron que estaba loca, para subir todo aquello andando tienes que tener una resistencia de la ostia, y ni la tenía ni me veía capaz de sacar las fuerzas, así que guiándome por los precios ya establecidos me cogí otra ranchera que me subió directamente al Doi Suthep.


El trayecto duró unos 15 minutos más o menos y me dejó justo a los pies del templo.

Primero subí unos escalones en cuyos laterales habían puestecitos para comprar recuerdos,


y luego llegué a la famosa y extenuante escalera que llevaba al templo.


Sus 306 escalones fueron ideados como ejercicio de meditación. Si no se está muy en forma también se puede subir en tranvía por 20 baths.


Yo elegí subirlos a pie y tuve que hacerlo por etapas porque telita con la subida...




El templo fue construido en 1383 durante el reinado de Keu Naone, y sus orígenes están teñidos de un misticismo sorprendente.


Un monje llegado de Sukhotai aconsejó al rey de Lanna fundar un templo con la milagrosa réplica de una reliquia de Buda conservada en el Wat Suan Dok.

La réplica se cargó a lomos de un elefante blanco, que vagó por la montaña hasta caer muerto en este lugar, el "elegido".


En el interior del templo se encontraba un monje repartiendo bendiciones. Me quedé un rato observando desde el exterior de que iba el tema, y finalmente me acerqué.

Me arrodillé ante él con la cabeza bajada y las manos juntas sobre mi pecho, mientras el monje pronunciaba unas frases y me salpicaba con una especie varillas que iba remojando en agua. Luego cortó un trozo de hilo de una gran madeja de algodón blanco y como era mujer, no me lo puso directamente en la muñeca para no tocarme, sino que me lo dio para que me lo pusiera yo.


"Bendecida" y sobre todo refrescada gracias a las varillas, seguí recorriéndome el templo.



Repartidas por todo el templo encontramos, interesantes y muy bien conservadas, pinturas sobre la vida de Buda.







En la terraza de la segunda planta hay una pintoresca chedi dorada, y a su lado una sombrilla de cinco niveles que conmemora la independencia de la ciudad del dominio birmano y su unión con Tailandia.




Tras un rato recorriendome todos los rincones del templo, y sorprendentemente de estar fresquita por aquellas alturas, inicié el descenso por la tortuosa escalera.







De camino de vuelta había visto que había una cascada cercana así que le dije al conductor que me dejara allí, y el resto del camino, que no era mucho ya lo bajaría andando.


Y llegué a la Huaykeaw Waterfall.


Se encuentra en el mismo monte Doi Shutep, en su Parque Nacional.


Tras cruzar una pequeña pasarela de madera,


y atravesar un camino plagado de enormes raíces de árboles,


llegué por fin a la catarata y...qué decepción!, por ahí no bajaba apenas agua...


Así que me tomé un descanso en aquel riachuelillo,



y emprendí la bajada al Zoo para coger desde allí una ranchera de vuelta a la ciudad.


Por el camino atravesé unas chabolillas en las que aproveché para comer algo.

Entre toda la oferta tenía para elegir gusanos de todos los colores y tamaños,



cucarachas de varios sabores,
















cangrejos rebozados,


o incluso murciélagos tostados.


Habiendo ya probado los saltamontes en Bangkok, esta vez me decanté por algo más tradicional y elegí un rico pollo a la brasa recién cocinado.


Me lo comí allí mismo sentada en el bordillo de la acera a los pies del monte Doi Suthep, riquísimo por cierto.


De nuevo en la ciudad, dediqué el resto del día a pasear por Chiang Mai y a visitar alguno de sus templos, como el Wat Phan Ohn.


Este templo se construyó sobre el año 1500 durante el reinado del rey Lanna Mueang Kaeo.




Tiene uno de los chedis más bellos y venerados de Chiang Mai.


Las puertas y ventanas están decoradas con tallas de madera que representan criaturas mitológicas.


En su interior, como no puede ser de otra forma, se encuentran Budas,



e imágenes de los monjes que habitaron en su día el templo y del modo de vida de aquella época.










El último templo del día y que encontré de casualidad de camino al hotel fue el Wat Sum Pow.


Este es otro templo típico de Chiang Mai, con las serpientes dando la bienvenida a los laterales de las escaleras.


El día había sido muy provechoso, y tras regresar a mi hotel para refrescarme y para lavar algo de ropa,


volví a la calle principal donde ya estaban empezando a poner los puestos del Sunday Walking Market.


Y aunque ya había comprado mucho el día anterior, y los puestos eran los mismos, seguí comprando esa noche y disfrutando de la música en directo y de mis amigos los "invidentes de encantadoras sonrisas".


Para cenar elegí los puestecitos del mercado, donde sabía de antemano que se comía muy bien.
Esta vez quise probar un pincho de pelotillas de vete tu a saber sus ingredientes pero que bueno, entraba bien,


y allí me lo comí junto con otros pinchos mientras veía un espectáculo de niñas bailando y cantando en Tailandés.






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